viernes, 2 de agosto de 2013

La Roma de América

La "Roma de América" llamaría inicialmente Simón Bolívar a esta hermosa cuidad en su llegada, cuyo motivo hubiera sido la particular similitud entre estas dos ciudades, Arequipa y Roma, según escritos de aquella época. Sin embargo también se dice que lo hizo por los numerosos templos y monasterios que se observa en ella. Y es que así es, una iglesia en cada esquina se diría exageradamente, aunque sin faltar a la verdad pues nuestro centro histórico tiene tantas de ellas como revoluciones arequipeñas. ¿Bastantes no?

Empezando por nuestra majestuosa catedral de la que se escribiría, “Es el más importante monumento construido en la América española después de la independencia”. Así la calificaron los franceses Ernest y Alfred Grandidier sus memorias llamadas “Viaje en América del Sur”. Se me comienza a inflar el pecho. Nos lo culpo ni replico, si siendo arequipeño me sorprende cada vez que observo tan maravillosa obra, no imagino lo sorprendido que quedaría yo en su lugar.



Además los templos de San Agustín, Santo Domingo, La Merced, La Compañía, San Lázaro, Santa Marta, y así continuará sin duda en la mente de un arequipeño esta infinita mención y de seguro cada quien recordaría aquellos domingos de misa, escuchando sermón, evangelios y demás dentro de alguno de estos históricos monumentos a nuestra fe, que es tanta en nuestra “Blanca Cuidad” que hasta tenemos una iglesia esperándonos con las puertas abiertas las 24 horas del día, los 7 días de la semana y los 365 días del año. Curioso dato. Se dice que un verdadero arequipeño sabe sin duda cual es. ¿Lo saben ustedes? 


Otro motivo importante de este merecido apelativo ya mencionado antes es sin lugar a dudas la presencia de numerosos monasterios, entre ellos los de La Recoleta, Santo Domingo, La Merced y obviamente nuestro envidiado Monasterio de Santa Catalina que no se ha cansado de maravillar a residentes y visitantes. Dentro de él pareciera no haber transcurrido el tiempo. Una ciudadela de sillar que es respetada claramente al igual que su origen, conservando dentro de él historia pura que se acompaña también de místicas leyendas de las que Dios mediante habrá oportunidad de comentar.



Pero no es suficiente con poseer templos de arquitectura única y monasterios de afamada historia. Es necesario mantenerlos llenos de algo más que de los enigmas y tesoros invaluables como los que ya poseen. Es aquí donde sale a relucir nuestra fe y fervor religioso, “Muy Noble y Muy Leal” como Arequipa.

Existen muchas tradiciones que se han mantenido años gracias a esta fe. Dos de ellas de importancia absoluta sobre nuestra tierra son la veneración a nuestra patrona, la Virgen de la Purificación, conocida mundialmente como nuestra Mamita de Chapí; y también la ofrecida a nuestro misericordioso padre, el Señor de los Milagros.

Empezando por el amor al “Cristo Morado”, observamos el mes de octubre un reencuentro de nuestro padre con su pueblo. Saliendo a recorrer por las calles de su resguardada cuidad, escuchando las plegarias de sus más fieles servidores, bendiciéndolos junto a sus hogares. Declarándome yo uno de ellos, que busco en su omnipotencia la ayuda para luchar en esta vida día a día al igual que tantos hijos suyos; y habiéndome convertido con humildad en sus pies, esperando seguir siéndolo hasta que Él y los míos me lo permitan.


Y en el mes de mayo, un literal mar de gente partiendo al encuentro con nuestra Mamita. Algunos ofreciéndole su visita, otros su peregrinación de hasta 40 kilometros. ¿Acaso no es fe esto? Claro que lo es. Sólo en busca de poder estar cerca de su sagrada imagen y contemplar sus ojos maternales observando con el más sincero de los amores a sus hijos, todo arequipéño lleno de fervor no considera dolores ni impedimentos. Tan sólo parte en busca de ese amor, quizás caminando por 8 horas, quizás por 16 o más, cargando en su espalda el más sincero arrepentimiento junto a la búsqueda de su perdón. Alimentándose de amor a Dios y fe, tan solo fe.

Así es que vemos llegar con lágrimas, alegría, dolor y sufrimiento en los rostros a quienes acuden a ser cubiertos con su manto bendito. Cada uno sabe lo que le ha costado, porque aquí en Arequipa y en su gente la procesión va por dentro. Cada uno sabe el milagro que afligido implora a la Virgencita, coronada gracias su milagrosa historia por S.S. Juan Pablo II en 1985. Él mismo al percibir orgulloso la fe implacable de Arequipa la nombraría nuevamente “La Roma de América”.


Nos cuenta la historia y origen de nuestra Mamita de Chapi que “¡Chaypi! ¡Chaypi!” fueron las palabras que expresaron su deseo de quedarse con nosotros. Es por eso que se observa un pueblo creyente en Dios y agradecido con su Madre, por habernos llenado de bendiciones con su presencia y habernos dado tamaño privilegio de compartir con ella nuestra amada tierra. GRACIAS MAMITA.


Jonathan Barrios Gómez

02/08/2013

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