viernes, 9 de agosto de 2013

El Regreso

La música arequipeña con sus valses, pampeñas, y demás deleites al oído, son sin duda un motivo de orgullo. No podríamos evitar sentir la emoción recorriendo nuestro corazón al escuchar muchas melodías y composiciones con las que hemos crecido.

Algunas de ellas nos han enseñado a sentir un sincero amor por nuestra raza, otras nos hablan de la historia de guerreros que han defendido con su vida sus ideales. Existen también las que nos hablan de amores no correspondidos, u otros socialmente mal vistos y hasta imposibles.

Pero existe una canción que no hace más que llenarnos de dicha. Inmediatamente nos domina la identidad de la República Independiente y quizás hasta nos humedece los ojos con una lágrima de alegría o de nostalgia. “El regreso” es un himno de Arequipa, que describe oculto en sus cortas líneas el verdadero sentimiento characato.


Compuesta por Mario Cavagnaro, gran compositor arequipeño. Quien curiosamente escribiría su primer vals “Historia de mi vida” bajo gran presión de sus amigos, quienes aseguraban que él no podría componer para este género, haciendo de esta composición un verdadero reto. Luego de aquella anécdota y de demostrar su talento, sería imposible detener su crecimiento como compositor, llegando a entregarle a Arequipa y a su pueblo su mejor composición sin duda. Un verdadero tesoro.

Este tema ha sido interpretado por reconocidos y admirados talentos. Como es el caso del propio Mario Cavagnaro, el trio Los Chamas, Eva Ayllon y por excelencia Los Dávalos, los más grandes expositores de nuestra música, que sin duda son uno más de mis motivos del orgullo arequipeño y merecen más que una breve mención. Así mismo se hizo hace 2 años una nueva versión de dicho tema, interpretado por los más reconocidos artistas arequipeños de estos tiempos. Fue un claro homenaje a Arequipa por su 471 aniversario, mostrando en su video clip las maravillas turísticas que posee la cuidad mistiana.


Quería verte, inolvidable tierra querida. Esa es la primera línea de un verdadero himno, un himno de Arequipa, Cuidad Blanca de mi amor, y de todos aquellos arequipeños de corazón que en algún momento de la vida nos hemos sentido embriagados de distancia. De los que hemos añorado la fragancia de nuestra patria, de su suelo, su campiña y su verdor.

Ese sentimiento sin duda nos invade en el momento que dejamos nuestros lares, entristecidos, con un  profundo dolor sean cual sean los motivos. Nos marchamos con la pena con la que se van los hijos. Amor por Arequipa es más que partir y extrañar, amor por esta hermosa tierra es un límpido aguacero y una lluvia de luceros en nuestros ojos contemplando al partir nuestro volcán.

El regreso a la Cuidad Blanca es el regreso de un peregrino del mundo, enteramente fatigado de humildad, sintiendo el corazón cansado de buscar felicidad. El regreso de un arequipeño es sentir un nudo en la garganta, agradecer mirando al cielo y gritar en silencio, “Arequipa, soy feliz en tu regazo”. En el regazo de una madre que nos recibe noble, leal y bondadosa con un beso y un abrazo.


Un arequipeño puede partir mil veces de su tierra, pero siempre ha de hacerlo implorando a Dios y nuestra Virgen de Chapi que permitan su regreso. No le teme a la muerte, sólo ruega que al morir lo entierren en su suelo, y aunque de ese viaje nadie debería regresar, algún día bajo el cielo unas flores crecerán. Será su alma acercándose aquel día, en su inevitable intento de asomarse desde la otra vida. PARA VER A SU VOLCÁN.


Jonathan Barrios Gómez

09/08/2013

miércoles, 7 de agosto de 2013

El Puente de Fierro

Recuerdo aún aquellas primeras veces que cruzaba el Puente Bolívar, conocido tradicionalmente como el “Puente de Fierro”. Recuerdo que le preguntaba a mi padre cuan largo era, tenía una enorme curiosidad por saberlo; entonces él intentaba medirlo con el tablero del kilometraje en el carro para responderme, aunque de seguro yo no aun comprendería realmente su magnitud.


Reconozco que al cruzarlo me invadía una sentimiento de temor y nervios al mismo tiempo. ¿Cómo no sentir temor ante su inmensidad? Parecía un viaje interminable para mí en aquellos años. Un viaje de 488 metros.

Hace mucho se extinguió esa sensación, los nervios y el temor se esfumaron en algún momento, pero lo que nunca desapareció y de seguro no lo hará, es la cautivadora experiencia de contemplar lo sui generis de nuestra patria. Su hermosura eterna.

Construido en 1882, diseñado por Gustave Eiffel. Si, el diseñador de la torre de París. Pero como buenos arequipeños deberíamos preguntarnos, ¿Eiffel? ¿El diseñador del techo de nuestro Mercado San Camilo? Y aunque son datos ya conocidos no está demás mencionarlos. Sin embargo algo que no todos conocen es su verdadero motivo de construcción. Su importancia vital en aquel año era permitir el cruce de un ferrocarril sobre él, siendo este el medio de transporte por excelencia de la época.

Solo una arquitectura increíble podría soportar las cargas y maquinarias férreas que cruzaron su extensión. Pero no es esto lo único que le daría a este puente su encanto y renombre, siendo por siete años a partir de su construcción el más largo del mundo y ocupando hoy el 7mo lugar en la lista por la misma virtud. Sino que su ubicación es de vital importancia, pudiendo ser sin duda a la vez un mirador. Su panorámica vista considerada por muchos la mejor de la campiña arequipeña, al poder obsérvala en perfecta unión con nuestros guardianes Misti, Chachani y Pichu Pichu, y con su protegida cuidad.


Cruzando de manera precisa la mencionada campiña y uniendo a la vez la margen izquierda de la Cuidad Blanca con su margen derecha. Parece haber sido ubicado por Dios mismo, pues desde el parece verse el “mismito” paraíso. Paraíso que lamentablemente también  se vio atacado hace algunos por la incompetencia. Esta buscaba encementar sobre el esfuerzo de nuestros antepasados, chololos colorados que hicieron de estas tierras la más milagrosa fuente de alimentos para su pueblo. Gracias al cielo que es testigo se viene demostrando que primero muere el último de los “AREQUIPEÑOS” y luego muere nuestra campiña y el Puente de Fierro.

Haberlo permitido sería como permitir la venta de la Catedral, lotizar nuestra Plaza de Armas y ofrecer habitaciones en el Monasterio de Santa Catalina. Renunciar al legado para nuestro futuro. Resignarnos a olvidar el sonido del Rio Chili debajo nuestro, recorriendo su cauce y mojando las faldas de la Machiruna. Esta inmensa roca que se conoce por ser la mítica puerta de ingreso hacia el hogar de la sirena del Puente de Fierro, hija de la legendaria sirena del Puente Bolognesi. Dos de tantas leyendas que alberga nuestro pueblo characato de las que sin duda leerán entre mis motivos de este infinito orgullo.


Luego de esta corta remembraza me despido, permitiendome antes sugerir que no dejen de alimentar en cada uno el amor por lo nuestro. La próxima vez que crucen nuestro viejo puente no olviden de observar nuestra campiña, nuestros volcanes y nuestra ciudad. No importa hacia donde miren, igual sentirán magia. LA MAGÍA DE AREQUIPA.


GLOSARIO:
-Mismito: Arequipeñismo con referencia a mismo.
-Sui generis: Unico en su genero.
-Chololos: Mestizo arequipeño.


Jonathan Barrios Gómez

07/08/2013

lunes, 5 de agosto de 2013

Las Peleas de Toros

Aquí en Arequipa se respira carácter. Siglos ha demostrado su gente que con arequipeño no se juega y mucho menos con su tierra; luego de faltar a nuestro honor comenzarán a ver en nuestros ojos la ira pura y la nevada se presenta. ¡Ay Tatito! Pobre del atrevido que despierte al  “Indio Dormido”, que tranquilito es más bonito.

Y ni que se diga cuando nos unimos en una causa, está escrito en la historia. Las revoluciones arequipeñas son más temidas que un desastre natural; pero este carácter que no permite que nadie nos pisotee no solo nos ha dado el apelativo de León del Sur y Capital Jurídica del Perú, también ha influenciado el inicio de tradiciones que al sol de hoy son un sello de nuestra cultura.



Mezclando la información e historia que por ahí habré escuchado, me permito imaginar cómo habría empezado una tradición propia de nuestra campiña. Casi estoy seguro que no me alejaré mucho de la realidad pues tengo en cuenta el carácter de aquel “characato” de antaño. El típico y respetado, el “huarojllero” y orgulloso, el “chichero” y querendón.

Viene al instante a mi mente la imagen de dos “lonccos” sentados en el campo, compartiendo un buen cogollo de espumante chicha y anécdotas del día de campo tal vez.
-¿Qué tal el día pues compadre?
-¡Ay compadre! El día estuvo bueno pero yo cada día más “gasta’u”, como “cambeyan” los tiempos. Pa’ colmo este toro “chucaro” que no quiere  jalar la yunta pues. Ya me tiene “curcuncho”.
-Es que tiene uste’ malos toros pues compadre, viera uste’ a los mios, rajan duro y parejo.
-Mi’a ofendi’u uste’ compadre, como va decir tremenda majadería, si hasta’stoy seguro que mi toro’e yunta es mejor que’l suyo.
-Se equivoca pues compadre, si el toro no sirve pa’ la yunta no sirve pa’ nada.
-¡Cállese el “hocico” uste’! Pues le diré que mi toro “masqueseya” chucaro es tremendo macho, anda haciendo correr a los demás pa’trás como almas que lleva el diablo y repito que hasta’stoy seguro que a los suyos se los surte.
-Aunque no “creyo” compradre “trompiemolos” pues entonces pa’que demuestren ellos mismos.




Descubrieron así de pronto toros con carácter mistiano. Haciendo “trompear” a sus toros a cuerno limpio, para conservar su honor y orgullo intacto. ¿Cuándo no de presumidos nosotros? Y es que así es en nuestra tierra, el arequipeño siempre quiere tener lo mejor y demostrarlo. Tanto que con el tiempo en todos los distritos de nuestra campiña se empezó a volver una costumbre la “Pelea de Toros”.

De Characato, Socabaya, Sabandia, Mollebaya, Cayma, Sachaca, Cerro Colorado, Zamacola, Yarabamba, Santa Rita de Siguas, La Joya, Chiguata y demás pueblos han salido durante años los mejores Toros de Pelea. Esos toros de carácter indomable pero como una sincera nobleza y lealtad a sus padres, así es, padres. Porque aquí en Arequipa los dueños de los mismos los consideran como un verdadero hijo.

Entre nuestra historia de Arequipa y de sus costumbres está inscrito el nombre legendario de “Menelik”. Considerado por muchos y por años el mejor toro de pelea de todos los tiempos. Proveniente de la hermosa Pampa de Socabaya este toro murió invicto tras haber obtenido en su cuarta pelea el título de Campeón de Campeones y habiéndolo defendido con honor innumerables veces, haciendo de él indudablemente el más respetado.

Cuentan los conocedores que intentaron hacerlo trabajar en la yunta, lo que no pudieron conseguir. Este animal había nacido para ser Campeón, y valla que tenía las “armas”. Se recuerda que gracias a su imponente carácter y temida cornamenta habría logrado ganar con relativa facilidad las peleas que sostuvo. Se conoce por su historia que a muchos de sus peligrosos oponentes les causó gran daño e incluso que mando al camal a algunos de ellos.



Hasta hoy en día se lleva a cabo en Arequipa una competitiva serie de torneos y campeonatos, se conserva intacta la costumbre que daría lugar con los años a “Las Tradicionales Peleas de Toros”, siendo estas indudablemente parte de nuestro patrimonio.



Este “Valle Hermoso de Arequipa” está lleno de su gente y de sus costumbres, costumbres que día a día le dan motivos a su gente para enorgullecerse hasta los huesos de ser hijos de esta noble y leal cuidad. Para nosotros la culpa de ser tan orgullosos no es nuestra, es de Arequipa por ser tan perfecta. AMÉN.



GLOSARIO:
-Tatito: Arequipeñismo que hace referencia a Dios Padre.
-Characato: Hombre especializado en el trabajo del campo. Distrito de Arequipa.
-Huarojllero: Presumido.
-Chichero: El que consume bastante chicha.
-Loncco:Persona de campo. Poco instruida.
-Gasta'u: Viejo. De avanzada edad.
-Cambeyan: Arequipeñismo de cambian.
-Chucaro: Indomable, bravo o de caracter fuerte.
-Curcuncho: Aburrido, amargado.
-Yunta: Par de toros, mulas u otros animales usados para realizar el arado del campo.
-Masqueseya: Arequipeñismo de mas que sea, aunque sea.
-Creyo: Arequipeñismo de creer.
-Trompear: Pelearse. Agarrarse a golpes.



Jonathan Barrios Gómez

05/08/2013

viernes, 2 de agosto de 2013

La Roma de América

La "Roma de América" llamaría inicialmente Simón Bolívar a esta hermosa cuidad en su llegada, cuyo motivo hubiera sido la particular similitud entre estas dos ciudades, Arequipa y Roma, según escritos de aquella época. Sin embargo también se dice que lo hizo por los numerosos templos y monasterios que se observa en ella. Y es que así es, una iglesia en cada esquina se diría exageradamente, aunque sin faltar a la verdad pues nuestro centro histórico tiene tantas de ellas como revoluciones arequipeñas. ¿Bastantes no?

Empezando por nuestra majestuosa catedral de la que se escribiría, “Es el más importante monumento construido en la América española después de la independencia”. Así la calificaron los franceses Ernest y Alfred Grandidier sus memorias llamadas “Viaje en América del Sur”. Se me comienza a inflar el pecho. Nos lo culpo ni replico, si siendo arequipeño me sorprende cada vez que observo tan maravillosa obra, no imagino lo sorprendido que quedaría yo en su lugar.



Además los templos de San Agustín, Santo Domingo, La Merced, La Compañía, San Lázaro, Santa Marta, y así continuará sin duda en la mente de un arequipeño esta infinita mención y de seguro cada quien recordaría aquellos domingos de misa, escuchando sermón, evangelios y demás dentro de alguno de estos históricos monumentos a nuestra fe, que es tanta en nuestra “Blanca Cuidad” que hasta tenemos una iglesia esperándonos con las puertas abiertas las 24 horas del día, los 7 días de la semana y los 365 días del año. Curioso dato. Se dice que un verdadero arequipeño sabe sin duda cual es. ¿Lo saben ustedes? 


Otro motivo importante de este merecido apelativo ya mencionado antes es sin lugar a dudas la presencia de numerosos monasterios, entre ellos los de La Recoleta, Santo Domingo, La Merced y obviamente nuestro envidiado Monasterio de Santa Catalina que no se ha cansado de maravillar a residentes y visitantes. Dentro de él pareciera no haber transcurrido el tiempo. Una ciudadela de sillar que es respetada claramente al igual que su origen, conservando dentro de él historia pura que se acompaña también de místicas leyendas de las que Dios mediante habrá oportunidad de comentar.



Pero no es suficiente con poseer templos de arquitectura única y monasterios de afamada historia. Es necesario mantenerlos llenos de algo más que de los enigmas y tesoros invaluables como los que ya poseen. Es aquí donde sale a relucir nuestra fe y fervor religioso, “Muy Noble y Muy Leal” como Arequipa.

Existen muchas tradiciones que se han mantenido años gracias a esta fe. Dos de ellas de importancia absoluta sobre nuestra tierra son la veneración a nuestra patrona, la Virgen de la Purificación, conocida mundialmente como nuestra Mamita de Chapí; y también la ofrecida a nuestro misericordioso padre, el Señor de los Milagros.

Empezando por el amor al “Cristo Morado”, observamos el mes de octubre un reencuentro de nuestro padre con su pueblo. Saliendo a recorrer por las calles de su resguardada cuidad, escuchando las plegarias de sus más fieles servidores, bendiciéndolos junto a sus hogares. Declarándome yo uno de ellos, que busco en su omnipotencia la ayuda para luchar en esta vida día a día al igual que tantos hijos suyos; y habiéndome convertido con humildad en sus pies, esperando seguir siéndolo hasta que Él y los míos me lo permitan.


Y en el mes de mayo, un literal mar de gente partiendo al encuentro con nuestra Mamita. Algunos ofreciéndole su visita, otros su peregrinación de hasta 40 kilometros. ¿Acaso no es fe esto? Claro que lo es. Sólo en busca de poder estar cerca de su sagrada imagen y contemplar sus ojos maternales observando con el más sincero de los amores a sus hijos, todo arequipéño lleno de fervor no considera dolores ni impedimentos. Tan sólo parte en busca de ese amor, quizás caminando por 8 horas, quizás por 16 o más, cargando en su espalda el más sincero arrepentimiento junto a la búsqueda de su perdón. Alimentándose de amor a Dios y fe, tan solo fe.

Así es que vemos llegar con lágrimas, alegría, dolor y sufrimiento en los rostros a quienes acuden a ser cubiertos con su manto bendito. Cada uno sabe lo que le ha costado, porque aquí en Arequipa y en su gente la procesión va por dentro. Cada uno sabe el milagro que afligido implora a la Virgencita, coronada gracias su milagrosa historia por S.S. Juan Pablo II en 1985. Él mismo al percibir orgulloso la fe implacable de Arequipa la nombraría nuevamente “La Roma de América”.


Nos cuenta la historia y origen de nuestra Mamita de Chapi que “¡Chaypi! ¡Chaypi!” fueron las palabras que expresaron su deseo de quedarse con nosotros. Es por eso que se observa un pueblo creyente en Dios y agradecido con su Madre, por habernos llenado de bendiciones con su presencia y habernos dado tamaño privilegio de compartir con ella nuestra amada tierra. GRACIAS MAMITA.


Jonathan Barrios Gómez

02/08/2013

jueves, 1 de agosto de 2013

La Picantería

Hablar hoy en día de “las picanterías” es hablar de una orgullosa tradición de nuestra tierra; mal refinada con el tiempo en algunos casos, y aun luchando contra el paso del tiempo y las exigencias del mercado en otros.

Hace 500 años no existía picantería alguna. ¡Eran chicherías señores!, sólo se servía chicha de jora en ellas y se invitaban algunos picantes de vez en cuando para acompañar la chicha, pues su negocio era únicamente la venta de chicha a los trabajadores de la chacra; se vendía chicha y se invitaba el picante. Esto claramente cambió con el tiempo, es decir se venderían los picantes y se invitaría la chicha. De ahí vendría su nuevo y preciso nombre, pues se encontrarían en ellas los más exquisitos platos que tenían como base un aderezo de ajo, ají y el exacto picor dado por nuestro arequipeñísimo rocoto, todo esto preparado con cariño a lo nuestro y amor a los que acudían en busca de estos manjares.

Se calcula la existencia de 3200 chicherías en Arequipa en el año 1835, las mismas que se convertirían en picanterías. En ellas se idearían más de 500 recetas de la más exquisita culinaria mistiana.

Fue así que estos “Templos del Buen Comer” se convertirían en una viva costumbre arequipeña. Dos o tres ambientes de paredes en sillar con techos de paja sostenidos con palos, agujeros intencionalmente hechos en ellos para la entrada de luz a los comedores y la cocina, y en esta última también servirían como chimenea pues se preparaba todo con leña, “¡De eucalipto para que dure pues!” decían los lonccos. Las ollas de barro, la cocina de adobe, las tinajas de la chicha, las cucharas de palo, los cogollos y caporales, las cocineras sentadas cortando las cebollas, pelando papas, picando habas y verduras; y la picantera preparando los chupes, picantes, guisos y zarzas; y el infaltable batán con su chaqueña. Si no, ¿De dónde el llatan?

En los comedores, mesas grandes y largas, al igual que las bancas que no eran más que tablas sostenidas sobre sillares para que se sienten los comensales, pizarrones  con la lista de platos extras, poco usadas pues se respetaba bastante el almuerzo, ¡Si, almuerzo!, estamos en picantería, el menú se lo dejamos a los modernos restaurantes.

Lunes: Chaque de Tripas, martes: Chairo, miércoles: Chochoca, jueves: Chuño Molido, viernes: Chupe de Viernes (valga la redundancia), sábado: Puchero o La Timpusa si era tiempo de peras, y domingo: Caldo Blanco o Pebre de Lomos.

Siempre acompañado de un Escribano para la espera, que muchos llamamos el “abreganas picantero”, también el mote de habas y un buen vaso de chicha. Sin olvidar el exquisito picante, para el cual si teníamos opciones a escoger, uno entre tres o cuatro.

En las pizarras antes mencionadas estaban escritos los manjares extras, platos que uno pedía por su mero antojo o por el insaciable apetito arequipeño. Y en el ambiente siempre los yaravíes, provenientes de las cuerdas de guitarra de un músico arequipeño unidas con la voz de algún querendón.

Y como olvidarme del tradicional pendón rojo flameando sobre la picantería, como invitando a todos a disfrutar de lo bueno; ni de los cuyes corriendo por el suelo, entre las chombas de la cocina y patas de las mesas en los comedores, a veces gallinas y patos también; se cuenta que sabrían mucho mejor si se les criaba picanteando también.

Estos bien llamados “Templos”  reunían así bajo sus techos a gente muy distinta; al trabajador de la chacra, al peón, al patrón y al hombre de cuidad; o como diríamos a la arequipeña “al loncco y al ccala”. Los unía inevitablemente pues en ellos no había diferencia alguna, la mesa era grande por lo mismo. Estas mismas han sido cuna de grandes poemas, composiciones, historias y hasta alianzas. Por ello el ilustre Benigno Ballón la llamaría “La Universidad del Pueblo”.

Se cuenta que en “La Josefa” el poeta Guillermo Mercado tenía su propia mesa para sus tertulias, en “La Lucila” los Dávalos y sus resonantes guitarras junto a sus prodigiosas voces inspiradas y hasta el expresidente López de Romaña en aquella picantería llamada “El Alto de Lima”.


El acto de “picantear” comenzaba al entrar por las puertas de la picantería, se tenía que ingresar obligatoriamente a la cocina a saludar a la picantera, y allí estaría ella, esperando a sus amigos y comensales con el protocolar brindis de bienvenida con la rica chicha, que no era más que el recibimiento amable y maternal de la picantera a sus visitantes.

Seguidamente se instalaba uno en una mesa del comedor, saludando a los presentes, conociéndolos o no; pues la espera obligaba a conocerse, el dialogo se entablaba enseguida empezando por el segundo brindis picantero y tradicional también, el llamado “Hasta los Portales”, que se hacía con los presentes en la mesa, haciendo honor a los portales de nuestra arquitectura que llenan de orgullo a todo verdadero arequipeño, haciendo referencia a los de nuestra Plaza de Armas impregnados también en los cogollos, desde su base hasta su mitad. Precisamente hasta ahí se bebía en este brindis, hasta la mitad.

Llegaba seguidamente el Escribano y el Mote de Habas, luego el almuerzo y su respectivo picante o zarza. Si después de tremendo festín el apetito characato no se había esfumado se podía pedir algún plato extra o hasta repetir. Había para escoger.

Entre los chupes estaba el del rey, el Puchero de Camarones, que con el tiempo se transformó en Chupe de Camarones.

Entre las zarzas estaban las ya perdidas Zarza de Ispi, la Zarza de Machas, el Celador de Camarón, y las que aún perduran como la Zarza de Senccas, la Zarza de Patitas, la Zarza de Tolinas y la Zarza de Criadillas entre otras. Sin olvidarnos del Soltero de Queso, cuyo curioso nombre proviene de la falta de carne en la preparación del mismo; y entre ocopas la de Charqui, los Barquilos con Ocopa o la más simple Ocopa a la Arequipeña.

Entre otros los ya extintos Loritos con Cau Cau, la Matasquita, Patita con Maní, los Niños Envuetos, la Sopa de Pan, el Sullo, el Cachi Chuño y el Revuelto de Camarón, así también los solicitados hasta la actualidad como el Rocoto Relleno con Pastel de Papa, el Cauche de Queso, Rachi de Panza, Locro de Pecho, Chicharron de Chancho, el Doble que nació del puro capricho arequipeño de tener servidos seis picantes en platos pequeños y separados, del que luego se crearía el Americano que nacería del nuevo capricho de tener 4 picantes o zarzas presentados juntos en un solo plato. Para terminar el emblemático Cuy Chactado, frito entre la piedra y el sartén así como me gusta a mí decir; y es que si el camarón es el rey de la cocina arequipeña el cuy es el presidente.

La falta del Adobo en la lista anterior no es un error mío. Este plato solo se encontraba aquellos tiempos en las “chinganas”. Así es, comida popular y callejera.

Bueno, para finalizar el acto picantero estaba el último brindis tradicional, el “Prende y Apaga” que consistía en tomar una copita de anisado y enseguida un buen sorbo de chicha. “El anisado prende y la chicha apaga”, explicaba siempre Doña Lucila Salas Vda. De Ballón (Q.E.P.D y Q.D.D.G). Y su tan particular frase al despedirse, "Anda vete y volvete".

Ya terminaba la tarde arequipeña entonces, a menos que aquel “Prende y Apaga” haya logrado cumplir su trabajo y sus efectos no se hayan hecho esperar, obligando así a continuar la tarde. Entonces  se unían los músicos, poetas, y lonccos. Empezaban así las historias, los lamentos y composiciones acompañadas de armoniosas melodías nacientes de aquella guitarra colgada en la pared de la picantería que uno entre tantos habría de descolgar para hacer llorar sus cuerdas.

Era así como la picantera dejaba la cocina para acompañar y disfrutar un buen momento junto a sus visitantes, hasta que de pronto acabaría por la noche la amada experiencia de “picantear” y cada quien con su estado a su casa.


El Pacai, Las Moscas, El Timpu de Rabos, La Mundial, Los Geranios, La Capitana, La Fiera, La Cau Cau, La Palomino, La Rojo, La Benita y entre otras La Lucila. Eran estas las más reconocidas picanterías de aquellos tiempos, algunas de ellas duran hasta la actualidad tras generaciones.

Esta última merece mi mención especial por ser en mi opinión la más emblemática de Arequipa, gracias a la Ama y Señora de las picanteras, Doña Lucila Salas Valencia, quien dejo esta República Independiente el 16 de noviembre del pasado año a sus 96 primaveras, para enrumbar el encuentro con Dios en nuestro eterno cielo azul. ¡Qué bien han de estar picanteando por allá!  Y es que partió convirtiéndose en leyenda al llevar consigo los más cuidados secretos de la cocina mistiana y habiendo preparado sin duda los mejores chupes y picantes al igual que el mitológico sivinche, inventado nada más y nada menos que por su madre, Doña Andrea Valencia Neyra, otra embajadora de la mejor comida del mundo, y no es por 'huarojllar', sino que sin ciencia algunas reúne todas las técnicas de cocción y utiliza ingeniosamente los ingredientes que brinda nuestra hermosa tierra. A continuación un archivo de Doña Lucila.


Para terminar esta crónica en homenaje a “Las Picanterias” cito una reflexión de la señora Angelica Aparicio de la Picantería “Los Geranios”, en la que expresa uno de los motivos por el cual las picanterías y su tradición vienen muriendo con el tiempo. “Los jóvenes ‘arequipeños’ de hoy ven el Locro de Menudencia, el Chaque de Tripas, el Cuy Chactado y se asustan. Ellos prefieren comer en lugares refinados, carne suavecita y cortadita, papas fritas o doradas y no sancochadas como antes”.

En mi opinión es muy cierto todo lo dicho por Doña Angelica, excepto el gentilicio utilizado para aquellos jóvenes, por lo cual me atrevo a discrepar humildemente; pues no se es ‘arequipeño’ sólo por haber nacido al pie del Misti. Es el amor por nuestras tradiciones, la lucha por conservarlas y la identidad con Arequipa y sus costumbres lo que nos da ese enorme título, digno de orgullo. AREQUIPEÑO.


GLOSARIO:
-Loncco: Persona de campo. Poco instruida.
-Ccala: Arequipeño urbano, de cuidad.
-Huarojllar: Chismear sin veracidad. Presumir.
-Llatan: Salsa picante de rocoto y huacatay.
-Chombas: Contenedores tradicionales para la preparación de chicha de jora.
-Cogollos: Vaso típico arequipeño para servir la chicha de jora.


Jonathan Barrios Gómez

01/08/2013